El pasado 5 de abril, se celebraron elecciones presidenciales en Afganistán. El nuevo gobierno sustituirá al actual presidente Hamid Karzai y deberá lidiar con temas como la retirada de tropas de la OTAN y la desestabilización, tanto económica como de seguridad, del país tras trece años del inicio del conflicto.
La crisis de seguridad en el país ha quedado estos días patente. Por una parte, la delegación de evaluadores electorales de la Unión Europea permanece aislada en un edificio de Kabul, sin poder realizar su misión de observación electoral si no recurren al uso de seguridad privada. Por otra, se han sucedido atentados como el de la Comisión Electoral Independiente (CEI), la casa de huéspedes Roots of Peace o el Hotel Serena 21, donde nueve personas fueron asesinadas.
Desde NOVACT destacamos la importancia de prestar atención al papel que las Empresas Militares y de Seguridad Privada (EMSPs) juegan en este contexto. Durante los años de conflicto y estabilización, estas empresas han garantizado la seguridad privada de agentes extranjeros y participado junto a las fuerzas internacionales en los programas de entrenamiento de las fuerzas de seguridad afganas. Así, las EMSPs han influido profundamente en el sector de la seguridad del país y están (in)directamente relacionadas con el hecho de que las fuerzas públicas aún no puedan garantizar la seguridad, sobre todo, en zonas fuera de la capital. Además, instamos a prestar atención a la situación en la que se encuentra la sociedad civil ante la inseguridad notable a la hora de ejercer su derecho a voto.
Las EMSPs han entretejido complejas relaciones con la policía, milicias locales y señores de la guerra. Ello no solo ha influido en la política y economía locales sino que ha dificultado el proceso de desmovilización de combatientes. Además, debido a la política de contratación de personal local que han practicado estas empresas, la actual política de disolución de EMSPs amenaza con dejar un buen número de población armada sin empleo e impactar en la frágil estabilidad política del país. La capacidad de la nueva entidad nacional encargada de garantizar la seguridad comercial en Afganistán, la Afghan Public Protection Force (APPF), es todavía débil y es incierto si podrá y estará dispuesta a brindar servicios de seguridad durante las elecciones.
El pasado mes de noviembre NOVACT presentó una investigación que analiza el uso y las actividades de las Empresas Militares y de Seguridad Privada en Afganistán, que puedes descargar aquí. Una información básica a la hora de entender el contexto y la problemática actual en Afganistán.
Las EMSPs llegaron al país acompañando a las fuerzas de la Coalición Internacional liderada por EE.UU. y ha seguido, en número y geografía, la presencia de las fuerzas militares de estabilización. En diciembre de 2008, los contratistas constituían el 69% de la plantilla del Departamento de Defensa de EE.UU. (DoD), el porcentaje más alto registrado por el DoD en un conflicto en la historia de los EE.UU. En marzo de 2011, el personal de seguridad privada del DoD equivalía al 19% del total de tropas de EE.UU. en la zona.