No me llames terrorista, cuando no lo soy
El objetivo es comprender como las falsas acusaciones de terrorismo por parte de los estados y de los medios de comunicación, favorecen el aumento del autoritarismo al reprimir los movimientos pro-democracia y de defensa de derechos humanos en la región euro mediterránea.
En el informe se evalúan hasta qué punto las acusaciones injustas de terrorismo, por parte de los actores estatales, están generalizadas, analizando casos de Argelia, Egipto, Marruecos, Irak, Palestina, Túnez, Turquía, España y una categoría que incluye otros países de la UE diferentes de España. También se recogen una serie de recomendaciones políticas para abordar este problema.
Gobiernos de todo el mundo han adoptado nuevos marcos legislativos que han ampliado la capacidad del Estado para controlar, aplicar medidas de vigilancia intrusivas y restringir las libertades de sus poblaciones. Esta tendencia incluso se intensificó en algunos países a raíz de la pandemia de la Covid-19. Esta fuerza es utilizada para perseguir y reprimir movimientos sociales, disidentes, partidos políticos u organizaciones de la sociedad civil que pretenden un cambio radical o que tan solo son abiertamente críticas con las políticas gubernamentales.

Foto: Xavi Ariza
Como que no hay una definición de terrorismo que disfrute de un amplio consenso a nivel internacional, “terrorismo» se ha convertido en una palabra utilizada como herramienta contra los «enemigos del Estado», tanto si utilizan métodos violentos como si no, para deslegitimarlos en los ojos de la opinión pública.